miércoles, 24 de septiembre de 2014

Desentrañan el origen geográfico de la abeja

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Se han presentado los resultados del primer análisis global de la variación genómica de las abejas melíferas. Los resultados muestran un nivel sorprendentemente alto de diversidad genética en las abejas, e indica que el origen de estos carismáticos insectos está muy probablemente en Asia, y no en África como se pensaba previamente.

La abeja (especie Apis mellifera) tiene gran importancia para la humanidad. Un tercio de nuestros alimentos depende de la polinización de plantas ejercida por las abejas y otros insectos. Además, la miel que elaboran las abejas ha sido históricamente un producto muy apreciado por la humanidad. Por esas razones y otras, las cuantiosas desapariciones de colonias de abejas melíferas en años recientes son un problema preocupante.

Además, como otros insectos, las abejas están amenazadas por enfermedades, cambios climáticos, y en su caso también prácticas apícolas inadecuadas. Para combatir estas amenazas es importante conocer bien la historia evolutiva de las abejas y cómo se han adaptado a los diferentes entornos a lo largo y ancho del mundo.

Empleando técnicas sofisticadas de análisis genómico, un equipo internacional, integrado, entre otros, por Matthew Webster, de la Universidad de Uppsala en Suecia, y Pilar De la Rúa, de la Universidad de Murcia en España, ha identificado altos niveles de diversidad genética en abejas. A diferencia de lo que ha ocurrido con otros animales criados por humanos, la gestión humana de las abejas parece haber aumentado los niveles de variación genética de estos insectos por la mezcla de abejas procedentes de diferentes partes del mundo. Los resultados de esta investigación parecen pues indicar que unos niveles altos de endogamia no son la causa, o al menos no la principal, del síndrome de despoblamiento apícola, un inquietante fenómeno que lleva a las abejas de una colmena a abandonar ésta y sus reservas de alimento en pleno invierno, lo que provoca su muerte.

Otro resultado inesperado ha sido que las abejas parecen derivar de un linaje antiguo de abejas que anidaban en cavidades, las cuales llegaron de Asia hace alrededor de 300.000 años y se extendieron rápidamente a lo largo y ancho de Europa y África. Esto contradice las conclusiones de investigaciones anteriores que sugerían que las abejas se originaron en África.

Ocultas hasta ahora en los patrones de la variación genética, hay señales que indican grandes fluctuaciones cíclicas en el tamaño de las poblaciones del insecto, las cuales se correlacionan con patrones históricos de glaciación. Esto indica que los cambios climáticos han tenido históricamente un fuerte impacto en las poblaciones de abejas.

Las poblaciones europeas de abejas parecen haberse contraído durante las edades de hielo, mientras que las poblaciones africanas se expandieron en esas épocas, lo que sugiere que las condiciones ambientales fueron más favorables allí. (NCYT)

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